viernes, 29 de marzo de 2019

Balonmano, un reto


En esta nueva entrada os voy a contar una situación, un reto, que me pasó hace unos años…

Cuando entré en el colegio, al acabar magisterio, y sin ser profesor de dicho centro, me ofrecieron ser entrenador de balonmano de un equipo infantil masculino que competía tanto a nivel local como provincial.
Como maestro especialista de educación física y aficionado a los deportes tenía unas nociones muy básicas sobre el balonmano, reglas básicas como pueden ser que se juega con las manos, que hay 7 jugadores de campo, que no se puede lanzar dentro del área… y pocas normas más.

Mi reto: Tenía que preparar el entrenamiento 3 días por semana y jugar dos partidos cada fin de semana (uno de liga local y otro de liga provincial) con adolescentes de 13-14 años.
Como entrenador tenía la tarea de ayudar a la formación del alumnado a través del deporte, en este caso, del balonmano. El deporte es una herramienta muy valiosa en la adquisición de una educación en valores, además ayuda a llevar una vida más sana, ocupando su tiempo libre de una manera lúdica y formativa.
Además, de crear hábitos físicos y deportivos que perduren a través de las siguientes etapas educativas, desarrollar las cualidades físicas del alumno y perfeccionar las capacidades técnicas y tácticas.
Todo esto es a nivel “profesional” a nivel personal mi objetivo estaba claro… conseguir hacer todo esto… sin saber jugar al balonmano.

·         ¿Qué procesos mentales empleaste para analizar la situación?
La atención. Supone que nuestra mente se centra en un estímulo concreto. El estímulo, sacar adelante un grupo de niños…

La percepción. Nos permite ver y darnos cuenta de lo que está sucediendo. Nos ayuda a interpretar. Percibes las capacidades propias de llevar un grupo de niños y las capacidades de los deportistas.
La inteligencia. Supone una capacidad de reconocer lo que sentimos, de encontrar nuestra propia motivación. La inteligencia no se basa solo en tener conocimientos y habilidades, se basa en saber gestionar nuestras propias emociones y entender las de los demás (inteligencia emocional).
El aprendizaje. Es un proceso por el que se adquieren conductas, conocimientos, creencias, valores. ¿Cómo aprendí yo? Viendo vídeos, leyendo libros, viendo entrenamientos de otros grupos…
La conciencia. No es un tipo de proceso mental, sino un conjunto de procesos mentales que implican varios aspectos como el fisiológico o el de la razón. En base a la conciencia una persona puede actuar de una forma y otra, de una manera totalmente distinta.

·          ¿Cómo resultó la elección?
Después de estudiar la situación… la mejor elección que encontré fue… la formación… aprender… para poder estar a la altura de las circunstancias, para poder estar a la altura del grupo de niños que participaban de la actividad.

Conclusión: ante nuevos retos, nuevas experiencias, nuevas circunstancias… siempre tienes que estar dispuesto a formarte, a aprender, a dar lo mejor de ti…




domingo, 17 de marzo de 2019

Equidad en la educación


Me gustaría comenzar la entrada de hoy recordando una fábula que escuché a Miguel Ángel Santos Guerra, “la gallina no es un águila defectuosa”:

“Cierta vez, los animales del bosque decidieron hacer algo para afrontar los problemas del mundo nuevo y organizaron una escuela. Adoptaron un currículum de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar y, para que fuera más fácil enseñarlo, todos los animales se inscribieron en todas las asignaturas.

El pato era estudiante sobresaliente en la asignatura natación. De hecho, superior a su maestro. Obtuvo un suficiente en vuelo, pero en carrera resultó deficiente. Como era de aprendizaje lento en carrera tuvo que quedarse en la escuela después de hora y abandonar la natación para practicar la carrera. Estos ejercicios continuaron hasta que sus pies membranosos se desgastaron, y entonces pasó a ser alumno apenas mediano en natación. Pero la medianía se aceptaba en la escuela, de manera que a nadie le preocupó lo sucedido salvo, como es natural, al pato.

La liebre comenzó el cuso como el alumno más distinguido en carrera pero sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo en natación. La ardilla era sobresaliente en trepa, hasta que manifestó un síndrome de frustración en la clase de vuelo, donde su maestro le hacía comenzar desde el suelo, en vez de hacerlo desde la cima del árbol. Por último enfermó de calambres por exceso de esfuerzo, y entonces, la calificaron con 6 en trepa y con 4 en carrera.

El águila era un alumno problema y recibió malas notas en conducta. En el curso de trepa superaba a todos los demás en el ejercicio de subir hasta la copa del árbol, pero se obstinaba en hacerlo a su manera.”

En el colegio podemos encontrar todo tipo de alumnos… tenemos alumnos pobres y ricos, tenemos niñas y niños, listos y menos listos, cultos e incultos… y todos ellos tienen el derecho de ser tratados como personas independientes y llegar a alcanzar el éxito en su aprendizaje y en las relaciones con los demás.

Y es ahora, cuando aparece el mayor de los inconvenientes que nos encontramos los maestros y maestras… tradicionalmente hemos buscado homogeneizar la enseñanza, establecer un prototipo de alumnado al que todos deben llegar. Si alguien no llega a este prototipo, encontramos una diferencia, y esta diferencia la convertimos en deficiencia.

Me gustó el símil que hacía Santos Guerra, “Una gallina es una gallina. No es un animal que tenga que catalogarse por su semejanza a un modelo. ¿Sería justo que se la maltratase con golpes, insultos y descalificaciones? ¿Sería lógico decir que ha fracasado porque tarda más que el águila en recorrer volando una determinada distancia? Una gallina es una gallina. Un águila es un águila. Estas afirmaciones que parecen obviedades cercanas al ridículo están frecuentemente negadas cuando, en la escuela, tratamos a los niños y a las niñas como si fuesen iguales.” 


¿Qué es un alumno normal para ti?
Despertamos por la mañana, suena el despertador, desayunamos, nos aseamos y vestimos, vamos al colegio en bus o en coche, cuando el semáforo está rojo nos paramos y si está de color verde continuamos la marcha, llegamos al colegio y saludamos a los conocidos… hacemos muchas cosas todos los días que consideramos parte de lo “normal” pero ¿nos preguntamos que es “normal” y que es no ser “normal”? Podemos hablar de normal a lo que se ajusta a ciertas reglas o normas. Y todo aquello que se sale de la “regla” genera molestia. Y esto también pasa con las personas, y como no, con nuestro alumnado.

Pero vamos a pensar en los grandes genios de la historia… ¿cuántos han sido considerados “normales”? Todas las personas son diferentes entre sí. No hay un niño exactamente igual a otro, ni siquiera dos hermanos gemelos se pueden considerar idénticos. Su historia es distinta, sus vivencias son diferentes. Cada uno es único, irrepetible, irreemplazable…


¿Cómo crees que te hubiera descrito esta maestra?
Yo, en esta cuestión, voy a salir beneficiado… ya que sería de los alumnos catalogados como “normales”. No daba mucho el follón en clase, solía realizar las tareas escolares a tiempo, mi familia entraba dentro de los parámetros de la época (papá, mamá, hermano mayor y hermano pequeño). Con una buena educación pero algo tímido e introvertido…


¿Cómo crees que afecta esto en el alumnado?
Aquí podemos, y debemos, pensar en la fábula anterior… el pato pasó de ser sobresaliente en natación a mediano debido al problema en sus aletas, la liebre bajó en carrera, y así cada uno de los animales.

Pues, lo mismo nos va, y nos está pasando en la escuela. Un alumno que no se sabe expresar de forma óptima de forma escrita pero sí mediante la música, por ejemplo, como le tendremos día a día repitiendo unas redacciones en lugar de fortaleciendo su valor musical… perderá, o no alcanzará, todo su potencial musical.



La diversidad debe ser un valor para todos los docentes. Los profesores preparamos las clases pensando en un “niño normal” y a los que no están dentro de estos parámetros, a los diferentes les decimos que cambien, que se adapten, en lugar de cambiar nuestra clase y adaptarnos a ellos. ¿No sería el progreso mayor para todo el alumnado si nuestra clase tuviera variedad? ¿No tendría más calidad y mayor riqueza si tuviéramos variedad de actividades acordes con todo el alumnado?

Lo bueno de todo esto… es que poco a poco ya se va escuchando en la escuela la palabra “diversidad” entre los docentes y poco a poco se va trabajando en el aula pensando no solo en los niños “normales”.


Referencias





domingo, 10 de marzo de 2019

CRECIENDO GRACIAS AL FEEDBACK


Como hemos visto en la tarea anterior del curso el feedback es una herramienta, para potenciar las habilidades de los demás y facilitar su aprendizaje y la podemos utilizar en nuestra vida personal y profesional, el feedback busca ayudar al receptor del mismo a mejorar.

La mentalidad de crecimiento, expresión acuñada por Carol S. Dweck, profesora de psicología de la Universidad de Stanford, viene a ser una declaración de intenciones sobre qué actitud debemos abordar para la consecución de una meta, para la obtención de un éxito.

Por tanto… el feedback para el crecimiento, el que es verdadero alimento, se basa en palabras, frases, expresiones, gestos y diálogos sinceros.



¿Cómo funciona nuestro cerebro?
Nuestro cerebro es un órgano complejo que trabaja en paralelo realizando continuas predicciones y asimilando información a través de la asociación de  patrones ya conocidos. Como es muy maleable, las experiencias vitales hacen que se vaya reorganizando y es este proceso de adaptación continua el que nos permite aprender durante toda la vida, lo cual tiene enormes repercusiones educativas. Conocer que nuestro cerebro es plástico, que podemos generar nuevas neuronas o que la inteligencia es una capacidad maleable constituye una puerta abierta a la esperanza porque permite desarrollar lo que Carol Dweck llama mentalidad de crecimiento, aquella que nos permite afrontar mejor los retos al creer que nuestras habilidades personales pueden desarrollarse. La mejora siempre es posible.
Las creencias previas de los alumnos (también las de los profesores) sobre su inteligencia condicionan la forma que tienen de afrontar los retos. Algunos creen que la inteligencia es fija y que debido a los determinismos genéticos no podemos hacer nada para cambiarla, mientras que otros creen que sí podemos desarrollarla y mejorarla mediante la Educación. Y esta diferente forma de entender la inteligencia repercute en el rendimiento académico del alumno.


La evaluación dentro del enfoque tradicional
En un enfoque tradicional de evaluación de los aprendizajes, la retroalimentación tiene escaso interés para los alumnos, porque se refiere a una tarea o prueba que ya fue entregada y que ya obtuvo una calificación que no se puede cambiar y porque, probablemente, ya no es útil porque  se recibe cuando ya se cambió de tema, de unidad, o de actividad de aprendizaje.


¿Qué pasa si usamos la calificación cómo único feedback?
En mis años de docente en 3er ciclo de educación primaria, he estado trabajando en un 90% de las situaciones como he expuesto en el enfoque tradicional de la evaluación. Unidad didáctica= control… Por tanto, cuando saben la calificación, ya estamos en una unidad diferente, o vamos a comenzarla… nos quedaría la “posibilidad” de una recuperación… que no es más que volver a preguntar lo mismo sin hacer nada diferente antes…


¿Cómo hacer que los estudiantes utilicen el feedback? 
Quizás la mejor respuesta es cambiando el modelo de evaluación hacia un enfoque progresivo o
continuado (sí, como dice la norma, evaluación continua). Una posibilidad que quiero empezar a utilizar en mi aula es escogiendo un conjunto de aprendizajes complejos y fundamentales y trabajarlos a través de una actividad de aprendizaje  -la misma- que progresa a lo largo del curso.

Los estudiantes podrían entregar varias veces una versión de la actividad, para que sea evaluada y reciben feedback respecto a ella. En cada entrega se pondría una calificación, pero cada vez esta nota reemplaza a  la anterior, o bien, cada calificación tiene una ponderación mayor que la anterior en la evaluación de la asignatura. Ya que con cada entrega aumentan los aprendizajes.


Concluyendo…
Por tanto, como docentes, debemos conseguir una retroalimentación que consiga acercar la brecha entre un nivel actual de nuestros alumnos y el nivel deseado que nos hemos planteado al inicio del curso, del trimestre o de la unidad. Y esto se aleja mucho de unidad=examen.



Referencias: